jueves, 26 de noviembre de 2009

Técnicas para mejorar la lectura

El defecto más generalizado la que se enfrentan los lectores más jóvenes es un excesivo análisis de las palabras o la lectura palabra por palabra.

A veces esta costumbre se acompaña por movimientos de labios y de boca. Algo quer hay que corregir a toda costa si se quiere mejorar la velocidad de lectura.

La lectura rápida

Una lectura rápida no solo se consigue con un movimiento adecuado de los ojos, se debe:

* Ampliar el vocabulario y con ello incrementar capacidad de la comprensión de lo que se lee.
* Hacer una lectura inteligente.


La lectura rápida solo es posible cuando estamos muy familiarizados con el lenguaje y su contenido. Es por esto que remitimos al método de lectura SQ3R o EPL2R, especialmente la sección LEER que cubren nuestras necesidades en esta materia. No obstante, te damos algunos consejos adicionales para mejorar la comprensión de la lectura y la velocidad.


Un método sencillo y práctico para mejorar la velocidad de lectura


1. Intenta mejorar tu vocabulario, consulta frecuentemente el diccionario. Haz fichas de las nuevas palabras que aprendes y esfuérzate por utilizarlas.
2. No leas más rápido de lo que te permite tu comprensión. La velocidad de la lectura no es un reto en sí mismo. Lo es, sin embargo, la comprensión.
3. Practica la lectura durante tres o cuatro semanas intentando mejorar comprensión y rapidez durante 15 minutos cada día.
4.Cada semana, cronométrate leyendo un capítulo de uno de tus libros y mide el número de páginas por hora puedes leer.

miércoles, 18 de noviembre de 2009

Cosas a tener en cuenta al momento de analizar un texto

1. Relación entre ficción y realidad:

Lo que caracteriza a la narrativa es la narración de la historia. Ya Aristóteles hablaba de historia y trama.

*Historia: material narrativo que no tiene configuración en el texto, es decir, podemos identificar la historia con el argumento. Se puede contar linealmente.
*Trama: es el material narrativo configurado, es decir, previsto. La forma se la da el narrador manipulándola. Una vez configurada, la trama no se puede cambiar. No tiene por qué aparecer en la trama todo lo que puede abarcar la historia: se pueden omitir cosas, ir delante o atrás...
*Texto: modificación formal de la trama.

2. Personaje:

En el siglo XIX los personajes parecían personas autenticas, complejas, redondas. Pero el personaje del siglo XX ha tendido a desintegrarse. Los personajes no se conocían muy bien, debido a la desorientación a la que ha estado sometida el hombre en este siglo. Por ejemplo, Joyce no construye personajes redondos; en nuestro país ocurre con los personajes de Baroja, de los que sabemos poco. Son personajes difusos, desintegrados.

Hay que tener en cuenta que es ficción, que no debe confundirse con la realidad. Cuanto más se parece un personaje a una persona real, es más verosímil, pero no hay que pedirle que se comporte como una persona real.

El protagonista de la historia puede ser un lugar, un espacio o un tiempo.

*Personajes planos: apenas están esbozados. No evolucionan o cambian; por ello son previsibles. Es útil para la historia, porque por su propia función hace lo que debe.
*Personajes redondos: son complejos, ya que actúan como personas. Evolucionan, cambian y sorprenden; son imprevisibles. El personaje redondo es perfecto como protagonista.
*Protagonista: aquél alrededor del cual gira todo lo demás. Es en quien se centra la historia, ya que se cuenta su historia. Por ejemplo, en La Regenta, Ana Ozores es la protagonista, mientras que los demás, como Fermín de Pas, son principales. A continuación estarían los secundarios.
*Personaje estático: es el personaje-tipo, común en el Costumbrismo. Es el que representa un grupo humano.
*Personaje dinámico: posee individualidad, ya que sólo se representa a sí mismo.

3. Narrador:


Es el elemento central del relato, que manipula y organiza los demás elementos. Una historia puede contarse de muchas formas. Hay que diferenciarlo del autor. El narrador es una voz que está dentro del relato. No puede haber narración sin narrador.

En el siglo XX el narrador sufre modificaciones: se multiplica, delega en otros personajes... La figura del narrador se complica cuando el punto de vista se multiplica: no importa quién dice la verdad, ya que es una ficción.

*Narrador en 3º persona / omnisciente: es el tradicional. Su punto de vista no tiene límites: es estratégico. Se sitúa fuera del texto.
*Narrador objetivo / cinematográfico: aparece después de la II Guerra Mundial. Simplemente presenta a los personajes y el espacio-tiempo. Actúa como si fuese una cámara fotográfica, dejando a los personajes que hablen ellos mismos, que hagan y deshagan. Su punto de vista está restringido, ya que no conoce la realidad, no es omnisciente.
*Tercer narrador: el que va fluctuando entre el yo y la omnisciencia.
*Narrador en 1º persona:
*Protagonista: es el que cuenta su propia historia, como en El Lazarillo de Tormes. Su punto de vista está restringido, porque no conoce toda la realidad.
*Narrador periférico / secundario: aunque es un personaje secundario, interviene en la historia, en la acción. Utiliza la 1º persona para contar la vida del protagonista, que no es él. Ofrece ciertas dificultades para el autor: tiene que limitarse a lo que hacen él y el protagonista, pero tiene que tener cuidado de no contar cosas a las que no tenga acceso, porque si esto falla, fallará la novela, porque falla el punto de vista.
*Narrador en 2º persona / testigo: es como el periférico, pero con una diferencia: cuenta una historia en la que no ha participado pero que ha visto, mientras que el periférico está dentro de la historia participando en ella.

4. Punto de vista:

*El lugar desde donde se está contando la historia varía según sea desde dentro o desde fuera.
*El grado de conocimiento del narrador sobre lo que está contando. También se puede hablar de perspectivismo o focalización, ya que cuenta desde donde es enfocado. Para Henry James la focalización es una casa con infinitas ventanas que se abren sobre diferentes costados. Un narrador, por tanto, puede conocer o no la realidad dependiendo de la perspectiva que tenga.

5. Tiempo narrativo:

Es otra convención literaria. Otorga movimiento dramático a la obra. Hay que diferenciar varios tiempos:

*Tiempo de la narración: es el momento histórico que recrea la historia. Caracteriza, por ejemplo, a la novela histórica.
*Tiempo narrado: indica cuánto tiempo narrado transcurre en la historia. También la caracteriza.
*Analepsis: recupera algo ya contado en la historia.
*Prolepsis: adelantamiento o anticipación de algún elemento de la historia.
*Tiempo físico: es el que marcan los astros o las estaciones. No es lo mismo que la acción sucede en verano que en invierno. Hay subgéneros novelescos donde es imprescindible que transcurra la historia en un momento determinado.
*Tiempo cronológico: es el que marcan los relojes. Si no es lo mismo que una historia suceda en verano o invierno, tampoco es lo mismo que suceda a una hora u otra.
*Tiempo psicológico: atañe tanto al autor, como al personaje o al lector. Es la percepción del paso del tiempo que tiene un personaje o el lector. El tiempo no pasa de la misma manera para cada uno; lo mismo ocurre con los personajes. Tiene importancia para la historia.
*Tiempo figurado: es el tiempo literario, el que manipula el narrador. El tiempo en una novela no pasa de la misma manera siempre: depende de cómo lo manipule el narrador, puede haber saltos temporales, anticipaciones, pausas, elusiones, jugar con la prolepsis o con la analepsis...
*Tiempo gramatical: es el del tiempo verbal. Si le historia se cuenta en pasado parece que el narrador está recordando; si en cambio lo cuenta desde el presente el tiempo se adecua al transcurso de los hechos. El presente otorga mayor verosimilitud al relato.

Todorov diferencia entre:


*Tiempo del relato: tiempo que funciona dentro del relato.
*Tiempo de escritura: cuando se escribe.
*Tiempo de lectura: cuando el lector lo lee.

6. Espacio:

Marca convenciones, realidades textuales...

*Cronotopo: propuesto por Bajtin. El espacio y el tiempo en un relato no pueden cambiarse. El conocimiento sensorial los une de tal forma que se podría estudiar la historia de la literatura o los géneros literarios sólo prestando atención al cronotopo, ya que podría, por ejemplo, definir perfectamente la novela picaresca. La novela realista del siglo XIX está caracterizada por las ciudades, las casas y, sobre todo, el salón burgués; hay pasillos, pasadizos... Hay que mostrar por qué se eligen ciertos espacios, y si están representando metafóricamente lo que le ocurre al protagonista. Las grandes novelas manejan el cronotopo a la perfección, ya que utilizan un espacio y un tiempo determinados donde colocan al personaje.
*Espacio interior: es el que se produce en la mente del personaje: lo que se imagina.
*Espacio exterior: puede ser abierto (una calle, el campo, la naturaleza) o cerrado (una habitación). Hay que tener en cuenta por qué se elige un espacio y no otro.
*Discurso narrativo: es el discurso del narrador y el de los personajes, aunque hay que saber diferenciarlos. El personaje puede utilizar monólogos interiores.
*Monólogo interior: transmite fielmente lo que piensan los personajes. Es bastante caótico: se vuelve al mismo tema, se va a otros asuntos...
*Monólogo exterior: es más coherente y ordenado que el monólogo interior.
*Estilo indirecto: el narrador va contando: “entonces fulano dijo:...”
*Estilo indirecto libre: es el usado, por ejemplo, en La Regenta, cuando el narrador se mete en la piel del personaje, pero, en vez de usar la 1º persona, utiliza la 3º persona.

miércoles, 11 de noviembre de 2009

La mujer que escribió un diccionario

La mujer que escribió un diccionario
GABRIEL GARCIA MARQUEZ
EL PAÍS - Opinión - 10-02-1981

Hace tres semanas, de paso por Madrid, quise visitar a María Moliner. Encontrarla no fue tan fácil como yo suponía: algunas personas que debían saberlo ignoraban quién era, y no faltó quien la confundiera con una célebre estrella de cine. Por fin logré un contacto con su hijo menor, que es ingeniero industrial en Barcelona, y él me hizo saber que no era posible visitar a su madre por sus quebrantos de salud. Pensé que era una crisis momentánea y que tal vez pudiera verla en un viaje futuro a Madrid. Pero la semana pasada, cuando ya me encontraba en Bogotá, me llamaron por teléfono para darme la mala noticia de que María Moliner había muerto. Yo me sentí como si hubiera perdido a alguien que sin saberlo había trabajado para mí durante muchos años.María Moliner -para decirlo del modo más corto- hizo una proeza con muy pocos precedentes: escribió sola, en su casa, con su propia mano, el diccionario más completo, más útil, más acucioso y más divertido de la lengua castellana. Se llama Diccionario de uso del español, tiene dos tomos de casi 3.000 páginas en total, que pesan tres kilos, y viene a ser, en consecuencia, más de dos veces más largo que el de la Real Academia de la Lengua, y -a mi juicio- más de dos veces mejor. María Moliner lo escribió en las horas que le dejaba libre su empleo de bibliotecaria, y el que ella consideraba su verdadero oficio: remendar calcetines. Uno de sus hijos, a quien le preguntaron hace poco cuántos hermanos tenía, contestó: «Dos varones, una hembra y el diccionario». Hay que saber cómo fue escrita la obra para entender cuánta verdad implica esa respuesta.

María Moliner nació en Paniza, un pueblo de Aragón, en 1900. O, como ella decía con mucha propiedad: « En el año cero". De modo que al morir había cumplido los ochenta años. Estudió Filosofía y Letras en Zaragoza y obtuvo, mediante concurso, su ingreso al Cuerpo de Archiveros y Bibliotecarios de España. Se casó con don Fernando Ramón y Ferrando, un prestigioso profesor universitario que enseñaba en Salamanca una ciencia rara: base física de la mente humana. María Moliner crió a sus hijos como toda una madre española, con mano firme y dándoles de comer demasiado, aun en los duros años de la guerra civil, en que no habla mucho que comer. El mayor se hizo médico investigador, el segundo se hizo arquitecto y la hija se hizo maestra. Sólo cuando el menor empezó la carrera de ingeniero industrial, María Moliner sintió que le sobraba demasiado tiempo después de sus cinco horas de bibliotecaria, y decidió ocuparlo escribiendo un diccionario. La idea le vino del Learner's Dictionary, con el cual aprendió el inglés. Es un diccionario de uso; es decir, que no sólo dice lo que significan las palabras, sino que indica también cómo se usan, y se incluyen otras con las que pueden reemplazarse. «Es un diccionario para escritores», dijo María Moliner una vez, hablan do del suyo, y lo dijo con mucha razón. En el diccionario de la Real Academia de la Lengua, en cambio, las palabras son admitidas cuando ya están a punto de morir, gastadas por el uso, y sus definiciones rígidas parecen colgadas de un clavo. Fue contra ese criterio de embalsamadores que María Moliner se sentó a escribir su diccionario en 1951. Calculó que lo terminaría en dos años, y cuando llevaba diez todavía andaba por la mitad. «Siempre le faltaban dos años para terminar», me dijo su hijo menor. Al principio le dedicaba dos o tres horas diarias, pero a medida que los hijos se casaban y se iban de la casa le quedaba más tiempo disponible, hasta que llegó a trabajar diez horas al día, además de las cinco de la biblioteca. En 1967 -presionada sobre todo por la Editorial Gredos, que la esperaba desde hacía cinco años- dio el diccionario por terminado. Pero siguió haciendo fichas, y en el momento de morir tenía varios metros de palabras nuevas que esperaba ver incluidas en las futuras ediciones. En realidad, lo que esa mujer de fábula había emprendido era una carrera de velocidad y resistencia contra la vida.

Su hijo Pedro me ha contado cómo trabajaba. Dice que un día se levantó a las cinco de la mañana, dividió una cuartilla en cuatro partes iguales y se puso a escribir fichas de palabras sin más preparativos. Sus únicas herramientas de trabajo eran dos atriles y una máquina de escribir portátil, que sobrevivió a la escritura del diccionario. Primero trabajó en la mesita de centro de la sala. Después, cuando se sintió naufragar entre libros y notas, se sirvió de un tablero apoyado sobre el respaldar de dos sillas. Su marido fingía una impavidez de sabio, pero a veces medía a escondidas las gavillas de fichas con una cinta métrica, y les mandaba noticias a sus hijos. En una ocasión les contó que el diccionario iba ya por la última letra, pero tres meses después les contó, con las ilusiones perdidas, que había vuelto a la primera. Era natural, porque María Moliner tenía un método infinito: pretendía agarrar al vuelo todas las palabras de la vida. «Sobre todo las que encuentro en los periódicos», dijo en una entrevista. «Porque allí viene el idioma vivo, el que se está usando, las palabras que tienen que inventarse al momento por necesidad». Sólo hizo una excepción: las mal llamadas malas palabras, que son muchas y tal vez las más usadas en la España de todos los tiempos. Es el defecto mayor de su diccionario, y María Moliner vivió bastante para comprenderlo, pero no lo suficiente para corregirlo.

Pasó sus últimos años en un apartamento del norte de Madrid, con una terraza grande, donde tenía muchos tiestos de flores, que regaba con tanto amor como si fueran palabras cautivas. Le complacían las noticias de que su diccionario había vendido más de 10.000 copias, en dos ediciones, que cumplía el propósito que ella se había impuesto y que algunos académicos de la lengua lo consultaban en público sin ruborizarse. A veces le llegaba un periodista desperdigado. A uno que Ie preguntó por qué no contestaba las numerosas cartas que recibía le contestó con más frescura que la de sus flores: «Porque soy muy perezosa». En 1972 fue la primera mujer cuya candidatura se presentó en la Academia de la Lengua, pero los muy señores académicos no se atrevieron a romper su venerable tradición machista. Sólo se atrevieron hace dos años, y aceptaron entonces la primera mujer, pero no fue María Moliner. Ella se alegró cuando lo supo, porque le aterrorizaba la idea de pronunciar el discurso de admisión. «¿Qué podía decir yo », dijo entonces, «si en toda mi vida no he hecho más que coser calcetines?».

miércoles, 4 de noviembre de 2009

El Ensayo

CARACTERÍSTICAS

El género que hoy se conoce con el nombre de ensayo es una modalidad literaria realizada en prosa a medio camino entre la producción artística y el tratado científico.
El término procede de la obra de Montaigne Essais de Messire Michel, seigneur de Montaigne, publicada en 1580. Con el término “Essais” quería decir que su libro exponía experiencias. Eran, efectivamente, 94 capítulos en que el autor trataba de sí mismo, de sus puntos de vista personales ante temas variadísimos: la amistad, los libros, la naturaleza humana.


Este nuevo género fue imitado por el inglés Francis Bacon, cuyos ensayos aparecieron en 1587. No tardó en difundirse por toda Europa. En España, el término ensayo, en esa acepción es muy tardío, pero el género quedó instaurado con las obras de fray Benito Jerónimo Feijoo (1676-1764). El ensayismo cobra fuerza en el s. XIX con nombres como Larra, Clarín... pero será la Generación del 98 la que dé un nuevo giro al género. Unamuno lleva sus dudas y paradojas; Ortega su agudeza literaria.

Hoy el ensayo sirve para analizar aquellos aspectos y problemas que la sociedad tiene y ofrecer una reflexión sobre los mismos. Es un género muy ligado a las circunstancias de un momento histórico, y por tanto, acusa los cambios y alteraciones de cada época.
Se trata de un escrito en el que el autor presenta, a ser posible con originalidad, un tema cualquiera, destinado a lectores no especializados. Puede ser muy breve, o constar de varias páginas. Cualquier tema puede ser objeto de un ensayo. El tono adoptado puede ser serio, pero también humorístico y hasta satírico. Sus canales ordinarios de difusión son la prensa y el libro.


Se trata de un género híbrido en el que se desarrolla el análisis de datos, hechos e informaciones objetivas tratados de un modo personal desde una perspectiva subjetiva. La combinación de objetivismo y subjetivismo es una de las características más destacadas. El ensayista expone y argumenta de un modo personal. En el ensayo, por cuanto no se dirige a lectores especializados, emplea un lenguaje animado de imágenes y recursos. Quienes lo cultivan suelen prestar una especial atención a la forma. Muchas veces el ensayista sacrifica el rigor científico y la exhaustividad para dar al texto un aire más ameno y dinámico y promover así su difusión.


El ensayo se apoya básicamente en dos modos de discurso: la argumentación y la exposición. De todas formas no renuncia a otras formas expresivas como el diálogo, la descripción o la narración.


En resumen, el ensayo es un género que...


* Suele abordar temas humanísticos, filosóficos, sociológicos, históricos y científicos (variedad temática)
* No tiene una estructura predeterminada (estructura libre)
* Se expone y se valora un tema (enfoque subjetivo)
* Breve